Bienestar

Relaciones Padres e Hijos

Convertirse en padres es un gran acontecimiento, es un evento único que se supone de dicha y felicidad e innumerables momentos de satisfacción, pero también es una responsabilidad y de gran preocupación por entregar ciudadanos honestos, prósperos y felices a la sociedad. Alcanzar las mejores relaciones entre padres e hijos en definitiva no es cosa de un día; lograr ese grado de confianza e intimidad puede llevar más tiempo del que creemos y no es una situación que se dé porque sí; vivimos en una sociedad donde los valores humanos sufren un franco deterioro, ver a tus hijos felices y triunfadores va a depender de un hogar de seguridad, amor y respeto.

Indiscutiblemente, requiere de mucha paciencia, empatía y un alto nivel de compresión, desde nuestra perspectiva como padres, para poder construir una relación de confianza y comunicación con nuestros hijos en pro de su desarrollo integral; que logren sus objetivos, que maduren y crezcan como adultos confiados y seguros, esto siempre debería ser nuestra prioridad.  Entones, comenta la Dra. Ana Coelho, muchos padres se preguntarán ¿qué hacer para educar hijos sanos y felices?; al respecto nos entrega unas reflexiones que me gustaría compartir y ampliar con el único objetivo de guiar.

En principio, debes tener claro que tu estado emocional afecta tu figura parental, por ello, es importante que los padres puedan cuidar de su propio nivel de satisfacción y de dicho equilibrio emocional. La estabilidad e inteligencia emocional es un factor clave para el desarrollo de relaciones saludables; eventos de toda clase asi como conflictos de toda índole ocurren, gestionar adecuadamente nuestras emociones como personas nos hace padres más ecuánimes, estables y seguros frente a nuestros hijos de cualquier edad, y si nos proponemos este objetivo desde la infancia seguramente será más sencillo tratar la etapa de la adolescencia con éxito.

La enseñanza de las emociones en la familia es factor clave; es importante que los niños en su infancia puedan expresar sus emociones de manera de proveerles de las herramientas para la adecuada gestión de sus emociones desde sus primeros años. La inteligencia emocional es hoy por hoy uno de los puntos más interesantes de investigación en el desarrollo de personas estables, pues las emociones estan y hacen falta; lo que hacemos con ellas es lo que marca la diferencia de relaciones saludables con el entorno familiar, de trabajo y en general el entorno social.

Desde su sentido más amplio, la inteligencia emocional hace referencia a una serie de habilidades que te permiten tener el autocontrol necesario de tus propias emociones y sentimientos frente a las circunstancias y las personas que las generan. Estas habilidades dicho de la forma más sencilla y clara posible, te ayudan a frenar los comportamientos impulsivos y ayuda a la resolución de conflictos de una manera asertiva, se trata de autocontrol y dominio propio en nuestra vida diaria.

En la comunicación con tu entono familiar y, más específicamente, los hijos, debe haber un espacio para expresar tus emociones, cualquier día es bueno para sentirte cansado, triste, asustado o simplemente feliz; todas nuestras emociones son necesarias e importantes, pues nos ayudan a mantener nuestro equilibrio interno siempre y cuando no dominen nuestros actos, lo importante es que ninguna de ellas tome el control de nuestro día a día y el cómo enfrentamos nuestros problemas.

De ahí que sea fundamental cultivar estas habilidades de autocontrol y gestión de emociones en nosotros como padres y en nuestros hijos, pues será la clave para tener relaciones saludables y una vida mucho más productiva. Es fundamental tomar conciencia de nuestras emociones, asi como de las consecuencias de nuestros actos impulsivos; hacer una reflexión profunda de cómo somos en esencia y cuál es el trabajo que hay que hacer, en el compromiso diario de ser estables y alcanzar equilibrio.

Educar hijos felices y más aún, alcanzar el mayor nivel de relación satisfactoria con tu hijo adolescente no consiste en darles gratificaciones materiales, ser permisivos o incoherentes con nuestras acciones. Lo más importante es establecer esa conexión a partir de una comunicación abierta con empatía y de confianza; además, sin caer en el terreno de los excesos, con la disciplina necesaria correspondiente como figura de autoridad y de compromiso mutuo en la construcción de la mejor relación entre padres e hijos. Las familias desarrollan dinámicas de funcionamiento que no siempre son las más idóneas, es altamente saludable buscar la orientación familiar requerida en caso de ser necesario, reconocer un problema es el primer paso para evitar situaciones más difíciles a futuro.

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