Es evidente que la obesidad constituye un problema de primer orden en el ámbito de la salud, como lo es el hecho de que el primer nivel de intervención ante esta problemática es la modificación del estilo de vida, fundamentalmente mediante aspectos nutricionales, mejores hábitos alimenticios y de ejercicio físico. Algunas estadísticas indican un aumento alarmante de las cifras a nivel mundial, siendo México el país con la mayor tasa de obesidad para este 2020; las perspectivas del Organización Mundial de la salud estiman que entre los países con población en condición de obesidad mayores a 15 años se encuentran en Uruguay, Guatemala y Costa Rica.
Las cusas de obesidad son muy variadas, principalmente en primer lugar una mala alimentación, seguidamente la falta de ejercicio físico asi como factores genéticos, además de los factores socioeconómicos. el estrés o etapas de cambios hormonales como la menopausia o después de dar a luz pueden coincidir con un aumento de peso que, de no ser tratado, puede ocasionar obesidad. Entonces, pareciera que las tradicionales recomendaciones de ejercicio físico de 150 a 250 minutos de actividad física semanal a una intensidad moderada o vigorosa han sido las únicas opciones puestas en práctica.
Ahora bien, cambiar los hábitos de alimentación y adquirir una sana rutina de alienación en la que seamos verdaderamente participativos y activos es la piedra angular de una condición mucho más saludable. Esto incluye, conocer bien los grupos de alimentos y hacer una ingesta calórica adecuada a la cantidad de ejercicio que se realiza a lo largo del día; el sedentarismo también coadyuva a la propensión de una condición de obesidad en el individuo.
Además, una bien planificada rutina de ejercicio físico realizado de forma periódica es, sin lugar a duda, una estrategia básica para la salud cardiovascular y, en general de todo el organismo. Sus beneficios son bien conocidos, reducción considerable de la presión arterial alta, aumenta la producción de colesterol bueno, modera la presencia e azúcar en la sangre, aumenta la capacidad muscular, reduce el estrés. Mejora le eficiencia del sistema inmune, entre otros muchos beneficios; u na alimentación balanceada y ejercicio físico son los pilares de una vida saludable, siempre y cuando sean hábitos adquiridos y bien asentados, mas no una práctica ocasional.
No cabe duda que el ser humano ha sufrido a lo largo del tiempo importantes modificaciones en su estilo de vida, pasando de aquellos en el que escaseaba el alimento y la balanza energética se decantaba hacia un cierto déficit, mutando hacia un estilo de vida actual en el que dicho aspecto no constituye un problema; sin lugar a duda los aspectos cualitativos de dicha alimentación y sus repercusiones sobre el sistema biológico, debería ser analizado en profundidad en el contexto de este ambiente obesogénico potenciado en nuestra sociedad actual y que nos ha conducido a cifras de obesidad y enfermedades como la diabetes ciertamente alarmantes, obligando a considerar el problema de la obesidad como una pandemia a nivel mundial.
Por Giselle Aranda
@giselle.a_